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La prueba más difícil

Los abusos sexuales son los delitos más difíciles de comprobar: dejan pocas huellas, escasamente presentan testigos y quienes los sufren se demoran en contarlo. Este año, las denuncias en casos donde las víctimas son menores de 14 años han subido en un 22%. Aquí el mapa para entender cómo se investigan estos hechos, cuáles son las pruebas clave y las discusiones que aún están pendientes.

DENUNCIAS EN ALZA

Las cifras del primer semestre de 2012 del Ministerio Público muestran que en comparación al 2011, las denuncias por casos de abusos sexuales a menores de 14 años han subido un 22%. En cambio, las denuncias por delitos sexuales en general se incrementaron sólo en un 3%.

El alza de los casos coincide con lo que ha experimentado el subcomisario de la Brigada de Delitos Sexuales y Menores (Brisexme) de la PDI, César Bórquez. “El dato concreto es que han aumentado las denuncias en colegios y jardines infantiles versus lo que ocurría hace cuatro meses. En eso los medios juegan un rol fundamental”.

Hay casos extremos, por ejemplo, en que padres van a las policías a denunciar sólo con la sospecha de que sus niños han sido abusados porque han tenido cambios en su conducta. “Lo que persiguen es quedarse tranquilos y descartar una violación. Pero cuando se les pregunta si saben a quién están acusando, lo que en realidad quieren es que se haga a sus hijos un examen en el Servicio Médico Legal (SML)”, ejemplifica Bórquez.

Para la sicóloga forense del Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (Cavas) Karla Gutiérrez, el aumento de las denuncias no se debe a una “sicosis” de los padres. “La mayor demanda se debe a que hay un mayor conocimiento de la población respecto de los indicadores que hay que tener en cuenta en los niños que puedan ser compatibles con un tipo de maltrato o abuso sexual”.

Aunque el cambio radical de comportamiento en un niño es una de las señales en las que hay que poner atención, la sicóloga forense y perito de la Corte de Apelaciones de Santiago, María Verónica Lagos -directora del Centro Amagracia-, aclara que en los casos de abusos no hay un perfil sintomatológico establecido de la víctima. Sin embargo, explica que sí existen algunas pistas a las que se debe poner atención: “La presencia de acciones sexualizadas y el conocimiento precoz de conductas que por su edad o etapa de desarrollo no tienen por qué conocer, pueden ser la alerta de una posible vulneración de sus derechos”.

TESTIMONIO ÚNICO

Cuando no hay evidencias físicas, el testimonio de la víctima se convierte en la prueba clave. Y es justamente ese elemento la principal crítica que le hacen al sistema quienes están del otro lado del proceso. “¿Cómo el relato de un niño puede ser capaz de derrumbar al del imputado, que dice que no ha hecho nada?”, cuestiona el abogado Gustavo Menares, un nombre recurrente en la defensa de los implicados en delitos sexuales.

En Chile, los sicólogos utilizan dos metodologías para evaluar la credibilidad del relato en los casos de abusos sexuales: una es la llamada “Cavas Inscrim”, que es local y la implantó la PDI en 1987 en base a su experiencia.

En este método, los peritajes se realizan en una sala especial llamada “Gessell”, donde hay dos peritos: uno que conversa directamente con el niño y otro que está observando tras un espejo. Luego, un tercer especialista -un supervisor técnico que no tiene antecedentes del caso- revisa el informe final. Todo el proceso de evalución dura aproximadamente un mes.

La segunda técnica -y la más usada a nivel mundial- es la Evaluación de la Validez de la Declaración (SVA), cuyo componente principal es el Análisis de Contenido Basado en Criterios (CBCA).“El sistema de evaluación cualitativa aborda distintos aspectos, como las características personales del niño y dónde se está desarrollando. En el fondo, aborda todo el aspecto situacional, que nos hace ver si puede existir o no un caso de agresión sexual”, explica María Verónica Lagos, quien utiliza en sus peritajes la metodología SVA.

En este caso, las preguntas son siempre abiertas, lo más amplias posible y “nunca directivas ni sugestivas. Por ejemplo, una pregunta sugestiva sería ‘¿te tocó? En cambio, hay que consultarle ‘¿qué te pasó? Lo que no se puede hacer nunca es instalar información en el relato de la víctima”, añade la especialista.

Los fiscales también pueden pedir peritajes sociales, aunque no son obligatorios: éstos revelan el contexto en que viven los niños y cuál es la dinámica de su entorno.

En el caso del CBCA, los sicólogos graban el audio de la declaración y la transcriben textualmente. Luego la ponderan de acuerdo a 19 criterios que miden estructura lógica, cantidad de detalles, detalles inusuales, incomprensión de detalles, atribuciones al estado mental del autor del delito y correcciones espontáneas, entre otros aspectos.

Para Menares, una debilidad del sistema es que no hay una metodología única que evalúe el testimonio de las víctimas. “No existe una forma estandarizada de aplicar el CBCA, entonces los resultados pueden ser variables”, alega.

De hecho, un factor recurrente en estos juicios es que las defensas pidan “metaperitajes”, que son pruebas realizadas por especialistas externos que generalmente cuestionan las pericias que hay en el juicio.

¿PROCESO INFALIBLE?

De acuerdo a la experiencia de la fiscal Trisotti, menos del 20% de las denuncias que debe investigar resultan falsas. En tanto, la sicóloga Verónica Lagos afirma que estos casos apenas llegan al 12%.

Un elemento clave, añade la fiscal, es revisar siempre y en paralelo si hay un juicio pendiente por visitas o pensión de alimentos en los tribunales de familia y así evaluar si existe un interés secundario en el denunciante en hacer la acusación.

Otro factor que en ocasiones ocurre es que una víctima se desdiga al final del caso. Eso le sucedió a la sicóloga Lagos en un juicio oral por abuso sexual sin evidencia física, en el que una niña de 13 años que había señalado a su padrastro como su abusador, se desistió. Pero finalmente, fue condenado en base a los peritajes sicológicos. “El defensor me interrogó durante dos horas y se probó que el sujeto era el responsable y que la víctima se desistió porque el padrastro era el proveedor de la casa y su madre apoyaba al abusador”.

Al contrario, Menares ganó un caso en que dos niños preescolares acusaron de abusos sexuales al director del colegio: “En el primer juicio fue condenado. Luego logré su anulación en la Corte de Apelaciones y en la repetición fue absuelto”.

LA ENTREVISTA ÚNICA

La gran crítica al sistema es que en Chile no existe la metodología de “entrevista única” sobre el hecho, sino que las víctimas se ven obligadas a declarar sobre el abuso al menos cuatro veces: cuando la verbalizan a sus padres, familia o profesores; a la policía; al fiscal; al perito y luego en el juicio. Eso, dicen los expertos, implica revictimzar a los niños.

Hoy la Fiscalía Sur tiene un plan piloto donde se realiza una sola entrevista (la pericia la hace un sicólogo), la que se filma y se utiliza en todo el proceso.

Un método similar es parte de un anteproyecto de Interior y de la Fundación Amparo y Justicia. Sin embargo, el Ministerio Público se acaba de salir de la mesa de discusión por diferir en un punto clave: mientras la Fiscalía Nacional estima que debe ser un sicólogo forense quien realice esta entrevista indagataria, el borrador del anteproyecto habla de un funcionario policial.

LaFiscalía Nacional también ha cuestionado la propuesta de la creación de un asesor técnico especializado o “tutor” que supervigile el proceso, vele por la protección

de las víctimas y evalúe dictar medidas. Estima que por ley ésta es una tarea que sólo corresponde a los fiscales.

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